Dhaka se
levanta y se acuesta cada día con el canto del almuecín, cuyo grito
se alarga encontrando su eco en todas las mezquitas de la ciudad. Por
un momento, la grabación se impone al sonido de silbatos y bocinas,
incluso al de las radiales de los nuevos edificios en construcción
que proliferan por todas partes como setas. Es para mi un momento de
especial intensidad espiritual, pese a no ser musulmán, que intento
disfrutar cada vez que me resulta posible. Desde la azotea del
edificio de Óscar contemplo la caída del sol envuelto por la
hermosa sinfonía que llama a lo fieles a la oración, dejando volar
la imaginación hasta los tiempos remotos en que Islam era sinónimo
de tolerancia, de sensualidad y también de respeto y civilización.
La vida en
Dhaka no ofrece demasiados alicientes para los que estamos
acostumbrados a otras latitudes. Aquí no hay demasiado por hacer
excepto si uno trabaja. La gran mayoría de gente que he conocido
tienen alguna relación con el mundo del textil. Otros, los menos
trabajan para ONG's intentado aportar su granito de arena al
desarrollo de un país que crece a un ritmo alarmante, tanto como sus
desigualdades sociales. Una vez terminada la jornada laboral, los
europeos se reúnen en clubes de blanquitos, con nombres tan
originales como su nacionalidad. Allí es posible tomar una cerveza,
aunque cuesten la friolera de 3 euros, degustar la cocina local y por
supuesto la occidental. La mayoría de ellos tienen piscina, pista de
tenis y un pequeño gimnasio, dónde hacer un poco de deporte que
nunca viene mal. Hasta la fecha he visitado el Bagha Club, que es
inglés, el American Club, El Dutch Club y el Nordic Club. Constato
que otra afición muy extendida aquí es el tema de los dardos y
aunque no tenga ni idea paso grandes momentos jugando con mis nuevos
compañeros. Huelga decir, que aunque estas organizaciones son la
única manera de tener cierta vida social después del trabajo, no
pueden evitar cierto tufo clasista con reminiscencias de la época
colonial. La entrada es imposible si uno no es invitado por alguno de
los socios de pleno derecho y por lo
que me han comentado existen
incluso listas de espera, en las que uno paga su cuota con los
derechos recortados a la espera de que alguien cause baja.
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Intentando comprender la cámara de Óscar |
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David y Lorena en el Nordic Club |
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Ilustrísimo doctorando Javier Longobardo y nuestro amigo Gary |
Otra cosa
que uno puede hacer es ser invitado por amigos Bangladesís de alto
standing a fumar shisha en el lounge de algún
hotel de cinco estrellas. Allí conversan de sus cosas mientras en
la televisión pasan algún campeonato de cricket, el deporte
nacional del país. Evidentemente todos son hombres y las pocas
mujeres que aparecen van convenientemente cubiertas y acompañadas.
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Sumon bai relajandose en su despacho |
Caminar,
pasear por la calle no es una opción cuando cae la noche. Incluso
aquí, en uno de los barrios más lujosos de la capital, resulta poco
recomendable. Aunque personalmente he desafiado en un par de
ocasiones dicha recomendación, el trayecto, lejos de ser relajante
se convierte en motivo de tensión. Son muchas las historias que
circulan sobre atracos y abusos, no sólo a occidentales sino también
entre los naturales del país.
Por todos
estos motivos, la espera en Dhaka se me hace larga, aunque
productiva. Mientras espero las pruebas del encargo de las camisetas
me dedico a otros menesteres que no dejan de dar sus frutos debido al
largo número de horas que les estoy dedicando;
El blog ya
funciona por si solo, creando nuevas expectativas de crecimiento y
difusión.
Mi tan
peleado libro de relatos cortos parece ser que va encontrando un
digno final, capaz de complacer a sus futuros lectores y también a
su creador.
Ha surgido
la oportunidad de colaborar en la elaboración de un guión
ambientado en la ciudad, pero por encima de todo, lo más divertido y
extraordinario ha sido la participación en la grabación de un
anuncio para la televisión bengalí.
Todo empezó
como quien no quiere la cosa. Mi amigo Shams, el colega de Sumon que
le acompañó a recibirme en el aeropuerto colgó un anuncio en
facebook requiriendo colaboradores para la campaña. Yo contesté sin
más, tarde y sin pensar en tener ninguna oportunidad. Cual fue mi
sorpresa al recibir su llamada al día siguiente. En menos de una
hora quería que conociera a su jefe, el productor del anuncio, a
quien Shams me presentó como uno de los productores más activos de
todo el país. Sin saber muy bien que decir les conté mi corta
experiencia como ayudante de producción y de arte en Barcelona, pero
ellos parecían interesados en otra cosa. El productor me preguntó
si alguna vez había hecho de modelo, a lo cual yo respondí que
había trabajado posando para algunas escuelas de dibujo. Su
siguiente pregunta fue si me atrevería a andar por la pasarela. Yo
que aún no me lo podía creer le dije que si, que no le garantizaba
nada pero que me gustaría probarlo. Acto seguido me hicieron
levantarme y me miraron de arriba a abajo como si fuera un caballo en
la feria de ganado y empezaron a especular sobre las vestimentas y
los colores que debería llevar. Olvidando por un momento la posible
remuneración, me predispongo a vivir una nueva aventura que alivie
un poco mi tedio en la capital.
El día
escogido para el rodaje es el domingo, que aquí viene a ser como un
lunes. En principio me habían dicho que debía estar a las 9 de la
mañana en el estudio donde realicé la entrevista pero a última
hora me comentan que será al mediodía. Me acuesto relajado,
pensando que por la mañana tendré tiempo de afeitarme
tranquilamente. El calor sofocante de la noche no me deja dormir y mi
barriga amenaza con rebelarse ante la última comida bengalí que
tomé en el restaurante de la esquina. Debido a todo ello me levanto
tarde, aunque con tiempo de sobras. Al chequear el correo veo que
tengo dos mensajes de Shams y uno de Sumon. Al parecer han avanzado
el rodaje y es en otro estudio bastante más alejado. Salgo a la
calle y agarro un CNG, que es cómo llaman aquí a los rickshaws
motorizados y después de más de una hora entre el denso y
aplastante calor, llego por fin a la puerta de los estudios.
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Enjaulado en el CNG |
Allí me
espera Shams que me conduce rápidamente a la prueba de vestuario.
Después de enseñarles la ropa que he traído los estilistas deciden
que no se adapta a sus necesidades y me enfundan unos horrorosos y
estrechos pantalones de terciopelo que no consigo abrocharme. Según
ellos no importa demasiado pues la guerrera me llega a medio muslo.
Después me preguntan si he tengo algún pañuelo o turbante para la
cabeza a lo que respondo afirmativamente. El color les gusta pero
tampoco lo consideran adecuado con lo cual deciden armarme uno con
una tela muy bonita según ellos. Dicho turbante huele a perro
muerto, aunque nuevo debería estar guardado en un sitio con mucha
humedad.
Tras la
aprobación del director puedo relajarme y me dedico a conocer a los
compañeros. Además de Shams, que resulta ser un reputado modelo, se
encuentran entre los escogidos Mr. Bangladesh del año pasado, una
auténtica montaña de músculos y una de las modelos más cotizadas
del país. Completan el grupo otros dos cachas, una bailarina y
actriz especializada en danza tradicional y una hermosa y joven
promesa de la pasarela. Mirándoles a ellos no sé que demonios hago
aquí pero todos parecen muy contentos y se dedican a hacerse fotos
conmigo. Así me entero que vamos a anunciar una famosa marca de
henna, el pigmento que usan las mujeres para decorar su
cuerpo.
Después de
una larga y tediosa espera en la que aprovechamos para comer y pasar
por maquillaje, por fin salimos al plató. Son casi las siete de la
tarde y la temperatura sigue siendo infernal.
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Shams y Jesse Yamuna supermodels |
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En el camerino con la modelo Benzir Ishrat |
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FDC studios en Bangladesh
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Una vez allí me
asignan de pareja de la supermodel, con lo cual me toca la peor
papeleta. Debo desfilar hasta el final del plató y luego posar
mirando hacia cámara. Afortunadamente la chica me va dando todas las
indicaciones y pronto me suelto como si se tratara de un juego. Así
andamos hasta la saciedad, en una y en otra dirección, más aprisa y
más despacio, hasta que por fin a la nueve de la noche dan nuestro
trabajo por finalizado. Shams y la supermodel deben quedarse, pues
ellos van a rodar las siguientes escenas del espot. Me saco
esa ropa de encima lo más rápido que puedo y después de dar las
gracias a todo el mundo y despedirme de mis nuevos compañeros salgo
pitando en busca de un CNG que me lleve a casa. Después de siete
horas en los estudios sólo me apetecé tomarme una cerveza y
disfrutar con mis amigos de la recién inaugurada eurocopa. La
experiencia ha sido gratificante pero estoy agotado. Ahora sé con
conocimiento de causa cuanto sufren los modelos.
A veure si ara t'haurem de parlar de vosté... la vida dóna sorpreses! Enhorabona "Jesse"!
ResponderEliminarUn petó ben fort,
Eva